Luis Cardei - ¿Qué te pasa Buenos Aires?
Luis Cardei
(3 de julio de 1944 – 18 de junio de 2000)
Escuchar su voz, profunda y pequeña, nos transporta al Buenos Aires de los patios con glicinas, del chirrido del viejo tranvía, de la bohemia del “trocen”, de las revistas del Maipo y El Nacional, de los primeros boletos en el hipódromo y de tantas otras cosas.
Fue un cantor intimista, de fraseo porteño y delicado que generaba un clima emotivo con su media voz que se va quebrando lentamente, como si se fuera apagando.
Si hiciera falta clasificar a este muchacho nacido en el barrio de Villa Urquiza, diríamos que pertenecía a la raza de los Raúl Berón, de los Ángel Vargas, de los Enrique Campos, de los Floreal Ruiz, de las grandes medias voces de la música ciudadana.
Lo descubrimos ya entrados los años ’90, sencillo, humilde, acompañado por su amigo Antonio Pisano con su bandoneón. Su vida artística había transitado por las sórdidas noches de cantinas y bodegones, con su repertorio de reliquias casi olvidadas, paradójicamente rescatado por el exclusivo escenario del Foro Gandhi y, fundamentalmente, por ese gran intuitivo que fue Cacho Vázquez, entonces titular del Club del Vino.
Padecía una espantosa enfermedad, la hemofilia y, como si esto no hubiera sido bastante, de chico sufrió la poliomelitis.
Durante 25 años actuó en la cantina “Arturito” de Parque Patricios junto a Pisano, con un repertorio de corte gardeliano, que rescataba muchos temas olvidados, tangos y valses, que contaban historias simples, a veces inocentes, de honda frescura.
En sus recitales ponía humor y se reía cuando lo llamaban “el nuevo Goyeneche” y aclaraba que no creía en las sucesiones pero, si le dejaban pedir, quería ser Gardel. Cuando el público le requería los clásicos: “Cambalache”, “Naranjo en flor”, “Los mareados” o “La última curda”, respondía indefectiblemente como disculpándose, con una sonrisa: «No los sé». Y comentaba con su bandoneonista: «Vamos a tener que aprenderlos, Antonito, porque la gente siempre nos pide esos temas.».
Participó en la película de Fernando “Pino” Solanas, “La nube”, estrenada el 3 de septiembre de 1998. Ese año inició una experiencia como titular de una tanguería en el Paseo La Plaza, en la esquina de Montevideo y Sarmiento. No le fue bien. Sus últimos recitales fueron en mayo de 2000, en el café literario Opera Prima, de la calle Paraná 1259.
La muerte sobrevino por un contagio de hepatitis C en una transfusión rutinaria y nos robó a este artista cabal, que tuvo su momento de gloria, tan fugaz como merecido
Fuente:http://www.todotango.com/Spanish/creadores/lcardei.asp
Link:http://rapidshare.com/files/88776921/Luis_Cardei.rar.html
(3 de julio de 1944 – 18 de junio de 2000)
Escuchar su voz, profunda y pequeña, nos transporta al Buenos Aires de los patios con glicinas, del chirrido del viejo tranvía, de la bohemia del “trocen”, de las revistas del Maipo y El Nacional, de los primeros boletos en el hipódromo y de tantas otras cosas.
Fue un cantor intimista, de fraseo porteño y delicado que generaba un clima emotivo con su media voz que se va quebrando lentamente, como si se fuera apagando.
Si hiciera falta clasificar a este muchacho nacido en el barrio de Villa Urquiza, diríamos que pertenecía a la raza de los Raúl Berón, de los Ángel Vargas, de los Enrique Campos, de los Floreal Ruiz, de las grandes medias voces de la música ciudadana.
Lo descubrimos ya entrados los años ’90, sencillo, humilde, acompañado por su amigo Antonio Pisano con su bandoneón. Su vida artística había transitado por las sórdidas noches de cantinas y bodegones, con su repertorio de reliquias casi olvidadas, paradójicamente rescatado por el exclusivo escenario del Foro Gandhi y, fundamentalmente, por ese gran intuitivo que fue Cacho Vázquez, entonces titular del Club del Vino.
Padecía una espantosa enfermedad, la hemofilia y, como si esto no hubiera sido bastante, de chico sufrió la poliomelitis.
Durante 25 años actuó en la cantina “Arturito” de Parque Patricios junto a Pisano, con un repertorio de corte gardeliano, que rescataba muchos temas olvidados, tangos y valses, que contaban historias simples, a veces inocentes, de honda frescura.
En sus recitales ponía humor y se reía cuando lo llamaban “el nuevo Goyeneche” y aclaraba que no creía en las sucesiones pero, si le dejaban pedir, quería ser Gardel. Cuando el público le requería los clásicos: “Cambalache”, “Naranjo en flor”, “Los mareados” o “La última curda”, respondía indefectiblemente como disculpándose, con una sonrisa: «No los sé». Y comentaba con su bandoneonista: «Vamos a tener que aprenderlos, Antonito, porque la gente siempre nos pide esos temas.».
Participó en la película de Fernando “Pino” Solanas, “La nube”, estrenada el 3 de septiembre de 1998. Ese año inició una experiencia como titular de una tanguería en el Paseo La Plaza, en la esquina de Montevideo y Sarmiento. No le fue bien. Sus últimos recitales fueron en mayo de 2000, en el café literario Opera Prima, de la calle Paraná 1259.
La muerte sobrevino por un contagio de hepatitis C en una transfusión rutinaria y nos robó a este artista cabal, que tuvo su momento de gloria, tan fugaz como merecido
Fuente:http://www.todotango.com/Spanish/creadores/lcardei.asp
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LUIS CARDEI
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